Los jardines verticales integran la arquitectura y la vegetación. Son paredes en las que se instala una serie de plantas, conformando jardines verticales. Se puede instalar tanto en interiores como en exteriores, por ejemplo en fachadas generando “fachadas vegetales”.
Al igual que las cubiertas verdes, los jardines verticales son una manera de agregar espacios verdes a las ciudades, y trae muchos beneficios para el propio edificio y para la ciudad, mejorando de esta forma la calidad de vida de las personas.
Algunas de las características que comparten con las cubiertas verdes son: la aislación acústica, reduciendo hasta 10 decibeles, la absorción de agua de lluvia, la generación de una mayor biodiversidad y la absorción de Co2, entre otras partículas contaminantes del aire mejorando su calidad. También funcionan como protección de la radiación solar, minimizando el intercambio de calor entre el exterior y el interior, y con ello, mejora la eficiencia térmica tanto en invierno como en verano. La aislación térmica y la absorción de temperatura exterior, nos permite ahorrar tanto en calefacción como en refrigeración, y asimismo disminuir la contaminación producida por los equipos. A diferencia de las cubiertas, podemos decir que los muros verdes también contribuyen a disminuir la contaminación visual.
Los jardines verticales son una opción distinta para sumar espacios verdes, con resultados similares pero con formas constructivas muy distintas.
Hay muchos sistemas para instalar los jardines verticales, y generalmente dependen de la envergadura de estos.
Para las viviendas, podemos optar por un sistema de tubos de PVC, por ejemplo, o algunos elementos reciclados. En este caso utilizaremos un sustrato liviano para que la estructura no pese.
Podemos instalarlos en balcones, terrazas, o hasta en interiores aportando frescura a nuestro hogar.
En cambio, para muros de mayores dimensiones, generalmente al exterior, utilizaremos sistemas que suponen una modulación de paredes precultivadas. Estos módulos irán conformando el jardín a través de un sistema de sujeción.
Se coloca un aislante para que no afecte la humedad a la pared, luego un doble fieltro donde van las plantas y un sistema de riego automático que funciona mediante una bomba que las provee de agua constantemente.
Es importante dejar una separación entre el jardín y el muro, con el fin de permitir la corriente de aire, dando como resultado la refrigeración de la pared y protegiéndola a la vez de la humedad.
Para la elección de la vegetación es necesario tener en cuenta distintos factores.
En caso de que el jardín se coloque sobre una superficie exterior, es recomendable buscar plantas con raíces pequeñas, y que las mismas sean autóctonas, para asegurarnos de que las condiciones climáticas que tengamos sean las óptimas para las plantas. Generalmente debería tener un mínimo de entre 5 y 6 horas de incidencia directa del sol al día.
En el caso de interiores, en lo posible lo colocaremos en sectores donde tengan incidencia de luz natural directa, pero en los casos de que esto no sea posible, nos inclinaremos por plantas que necesiten poca luz. Para interiores, son más adecuadas las plantas de hoja ancha porque captan mejor la luz.
Los muros verdes no son un invento del hombre, sino que existen desde siempre. Naturalmente las plantas se adaptan a cualquier forma geométrica, creciendo por ejemplo en acantilados y troncos de árboles. Las técnicas utilizadas para la implementación de muros verdes no hacen más que imitar las condiciones naturales.
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