El sistema Helios es un sistema de diseño creado por Wladimiro Acosta en 1932. Este arquitecto Ucraniano (en ese entonces Odesa), quién luego vino a vivir y ejercer en Buenos Aires, dedicó gran parte de su carrera a estudiar la relación entre el entorno, el clima y la arquitectura, investigando la radiación solar, el efecto de la temperatura radiante y las transferencias de calor. Realizó investigaciones científicas con el fin de informarse sobre el clima del lugar, desarrolló métodos para verificar la incidencia del sol sobre los edificios, y profundizó en la repercusión del clima en el confort de las viviendas, temas que se retomarían 25 años después por científicos con herramientas mucho más avanzadas que en su época.
En esta búsqueda de confort, Wladmiro criticaba la arquitectura moderna y revalorizaba a los viejos edificios coloniales “que con sus gruesos muros de adobe que aislaban del calor exterior, sus profundas galerías, que interponían su sombra protectora del sol directo sus amplias ventanas provistas de rejas, mosquiteros y postigos, daban un ejemplo de eficiencia, de funcionalidad real”, alcanzando un “alto grado de confort y bienestar que ninguna clase de “aire acondicionado” puede llegar a imitar”.
Acosta se adentró en el mundo de la meteorología con información climática que le proveía la Dirección de Meteorología Nacional y el Director Nacional de Climatología, el Dr. Walter Knoche. Luego de varios estudios, llegó a la conclusión de que el clima de Buenos Aires tiene una gran amplitud térmica, siendo el verano una estación de altas temperaturas, intensificadas por la humedad, y el invierno una estación no muy rigurosa pero, nuevamente, intensificada por la humedad haciéndola más fría. Con estas premisas, que luego de varios años podemos confirmar, Wladmiro afirma que lo importante era poder controlar el sol debido a que era “perjudicial durante el verano, ya que suma su efecto al de la atmósfera ya de por sí calurosa; pero beneficioso durante el invierno, por que compensa el frío del ambiente exterior”. Al reconocer la importancia del control solar, y sabiendo los ángulos correctos en un determinado momento del año,desarrolló el Sistema Helios.
Esta metodología consistía en una jerarquización en la toma de decisiones arquitectónicas que seguía criterios bioclimáticos. Dentro de esta jerarquización se destacan 3 puntos:
“Una determinada orientación”: El primer paso para diseñar el edificio, era conocer las orientaciones para saber la incidencia del sol, vientos y humedad, teniendo en cuenta que el Norte es la orientación más ventajosa “en virtud del asoleamiento” y la predominancia de los vientos del Noreste. Este, en cambio, recibe el viento predominante y sol durante la mañana, lo que considera “excelente en invierno y tolerable en verano”. Por otra parte, la orientación Oeste debe ser evitada ya que recibe el sol “durante la tarde, cuando la atmósfera ya está caliente”.
“Una determinada conformación arquitectónica, tamaño, forma y modo de funcionamiento de sus aberturas”: Con respecto a las aberturas, destaca la necesidad de ajustar su tamaño según la orientación para controlar el ingreso del sol, maximizando las aberturas al norte y minimizándolas hacia el sur y el oeste. También reconoce que distintas formas y posiciones pueden modificar la distribución de la luz natural, y sostiene que cuanto más alta se encuentra una ventana, más lejos penetra la luz en la habitación. Por último, considerando que las ventanas son el medio de ventilación, sugiere que todas deben tener una parte alta para poder ventilar correctamente, sin que el aire frío llegue a los ocupantes.
“Medios especiales para control y corrección climática”: En este punto reconoce que Buenos Aires exige protección solar en determinados momentos del año, y que puede ser resuelto con el “cumplimiento de requisitos puramente geométricos”, y no dependen del “material ni estilo del edificio”. Los aleros fijos que llama “losa visera” constituyen los elementos “esenciales” del Sistema Helios. La solución que proponía Wladimiro Acosta consistía en proteger tanto las paredes como las ventanas ya orientadas al norte con una combinación de una “losa saliente considerable (2m o más), y elevarla a una altura de doble piso (4,50 a 6m)”, y protecciones verticales, “un parante de mampostería dirigido de Norte a Sur, proyecta una sombra que llega a su mínimo cuando el sol está al Norte y al máximo cuando el sol se haya al Este u Oeste”. En el caso de la orientación oeste, para lidiar con el sol “intenso y casi horizontal”, Acosta recomienda distintos tipos de dispositivos, fijos o móviles, que pueden acomodarse a los distintos ángulos y usos sin bloquear las vistas desde las ventanas, por ejemplo, losas a 45°, parasoles verticales móviles, porciones del cielorraso que giran, o celosías que bajan.
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